A los que hace tiempo que dejaron de pensar.

Hoy os voy a escribir una nota.
No puedo creer lo que a diario me encuentro. No puede ser que penséis que esta vida no merece la pena y os dediquéis a vagar y pulular como un alma en pena entre semana esperando un viernes o un sábado. Un viernes o un sábado en el que con sólo catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veintidós… años pretendáis ahogar todas vuestras penas bebiendo en un botellón con música que taladra los oídos, esperando ver como la vida os regala una ocasión especial que mejore el pesimismo que habéis sentido durante la semana. Y así semana tras semana de vuestras vidas.
Entre estas líneas creeréis que no pertenezco a este mundo…¿Qué estoy diciendo de nuevo, acaso alguien tendrá la paciencia de leer esto?. Tal vez esté mejor hablar de otra época.
Antes las cartas tardaban días en llegar, contenían sólo las líneas que los amantes consideraban justas para no empobrecer la caligrafía, y había que correr a comprar el sello para mandarlas a tiempo. Y así se conocieron quizás tus abuelos, y seguramente se amaron en la distancia tus bisabuelos… Pero, ¿qué mas da? ¡¿Acaso no es mágico que estemos ahora aquí, y seamos hijos, y nietos, y biznietos del romanticismo y la casualidad?!
Yo nunca supe hacia dónde estamos avanzando. Ya no tenemos tiempo, no podremos ser nunca tan perfectos por que nos falta chispa. ¿Qué nos queda, si no podemos pararnos a leer a Neruda o a Machado. ¿Quién nos obliga a pagar precios tan altos por ver aquellas películas sobre la Belle Époque parisina, el Buenos Aires de los años veinte, el Londres de los sesenta o el Nueva York de Woody Allen? ¿Por qué me da la sensación de que cada vez somos más como máquinas de pagar por una vida que ya no es nuestra?
¿Quién nos ha comprado nuestra cultura y nuestro romanticismo y nos lo está vendiendo ahora en forma de futuro sin talento ni esperanza?
Nos estamos venciendo y nos estamos derrotando. ¿Quién ha observado alguna vez la cara de la gente que hay a su alrededor? Ansiosos, aún no han disfrutado de un paso cuando quieren dar el otro, por que tienen prisa, nunca miran hacia el lado.
¡Amar es descubrir y experimentar, y las personas ya no aman la vida! ¡Y las personas ya no aman nada! Desde pequeños nos criamos con la sensación de que nos faltan las horas, y cuando vemos a alguien que está parado en la calle, observando a los demás y leyendo algún libro que trate de vivir y soñar, pensamos que es otro de esos bohemios. Bohemios perdidos en el tiempo, que quisieron nacer antes y vivir antes. Y vivir.
¿Acaso no es raro que cualquier persona que sienta curiosidad por la vida, que se interese por la cultura, y que hable con un punto de picardía y romanticismo sea un genio? Si el ser humano es curioso, inteligente y amante… ¿Cuál es la razón de que no seamos todos lo que ahora consideramos genios? O también desequilibrados… ¿Cuál es el camino que nos ha llevado hasta aquí?
Ya pocos escuchan al que habla de grandes pensadores y artistas de todas las épocas. A nadie le interesa qué se les pasó por la cabeza, ni qué sintieron, y que fue lo que aportaron a nuestro mundo. Y entre estos problemas nacerán las nuevas generaciones.
No me va a gustar nunca decirlo, pero hace mucho que terminó la última edad del oro.